Comunidad

Un viernes por el futuro puertorriqueño

Viviana Flores / Especial para Un Solo Latir

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Los manifestantes se congregaron frente al Capitolio de Puerto Rico, en un reclamo directo a los legisladores a tomar acción. (Axel Santiago / Especial para Un Solo Latir).

Una niña sonriente que saltaba mientras caminaba e iba agarrada de la mano de una mujer y un grupo de adolescentes que bajaba de una guagua amarilla fueron parte de los jóvenes que decidieron faltar a la escuela para darse cita en la primera manifestación contra el cambio climático.

Bajo unas palmas y a la derecha de la Plaza de la Democracia, un conjunto de chiquitines con camisas rojas estaba sentado en círculo con dos mujeres que parecían ser sus maestras.

Mientras, en la Plaza San Juan Bautista, un grupo de niños de 9 a 11 años brincaba con felicidad y disfrutaba estar allí, sobre todo, porque decían consignas y extendían sus brazos completamente para elevar sus mensajes.

“Se nos está acabando el tiempo”, tenía plasmado la pancarta de uno de ellos. Otra chica intentaba provocar conciencia y optimismo con su pequeña cartulina en la que se podía leer: “Estamos destruyendo el mundo, podemos cambiar esto”.

Minutos después, los jóvenes de la guagua amarilla abrían sus carteles. “Estamos perdiendo clase porque no queremos perder el planeta”. “Hay más plástico que sentido común”. Eran estudiantes del Colegio de la Inmaculada Concepción en Manatí.

El grupo se convirtió en una multitud de personas que comenzó a conglomerarse a orillas de la avenida Muñoz Rivera, para que cada auto que pasara viera lo que ocurría frente a la Casa de las Leyes.

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El paro contra el cambio climático fue convocado por un grupo de estudiantes de escuela superior. (Axel Santiago / Especial para Un Solo Latir).

Entre la gente, había un grupo de personas con camisas blancas, pantalones caqui y botas de escalar. Eran de la organización ambiental sin fines de lucro Para La Naturaleza. También, se encontraban unas personas con delantales negros de la tienda de cosméticos Lush Cosmetics.

Una de los que tenía delantal se llamaba Yaritza Medina y, contrario a otros empleados, tuvo la oportunidad de manifestarse, pues la tienda para la que trabaja cierra sus puertas internacionalmente para que sus asalariados puedan ejercer su libertad de expresión.

“Nosotros como una compañía que trabaja con lo que es protección de ambiente, de animales y derechos humanos queríamos unirnos a este tipo de manifestaciones para poder apoyar y, más que nada, ver cambios en el futuro”, dijo Medina.

Más cartelones se avecinaban sobre las cabezas de los ciudadanos. “S.O.S. Un grado más. Una especie menos”, “Somos la especie en peligro de extinguirlo todo” y “415 ppm”, pancarta que hacía referencia a las partes por millón o cantidad alarmante de dióxido de carbono que hay en la atmósfera global.

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Los manifestantes tuvieron la oportunidad de crear sus pancartas en una mesa ubicada en las cercanías del Capitolio. (Axel Santiago / Especial para Un Solo Latir).

De repente, la ciudadanía dejó de concentrarse en los bordes de la calle para reunirse en el centro de la Plaza de la Democracia para escuchar un mensaje de bienvenida.

De espaldas al mármol, ocho adolescentes comenzaron a hablar. El grupo organizador y líder de la movilización climática a nivel estudiantil en la isla, conocida como Puerto Rico Youth Climate Strike, mencionó a las comunidades vulnerables y marginadas del país al expresar que “son las más afectadas por el cambio climático”.

El estudiante de University High School, Fernando Ramírez, aludió con un tono de voz calmado al término justicia climática, que discute cómo el cambio climático afecta a los más vulnerables y que, además, es un tema social.

“Una de nuestras metas es crear una legislación que tome estas voces y las valorice y las tenga presente para así poder crear un plan contundente y que involucre a todas las personas de Puerto Rico y no solamente a los sectores más privilegiados de Puerto Rico”, expresó.

Por consiguiente, su compañera Isabel Rey, de 16 años, añadió: “No solo estamos luchando por justicia climática sino por justicia social”. “¿Por qué estado de emergencia para Ocean Park y no para Loíza?”, cuestionó.

Asimismo, con seguridad, la estudiante de University High School, Isabel Valentín, expuso cómo el colonialismo, imperialismo y capitalismo empeoran los efectos del cambio climático en el archipiélago.

Como parte de las exigencias, la única estudiante de la directiva que no es de University High School se expresó. Lizdanelly López, de San Francis School en Carolina, le pidió al cuerpo legislativo que se añada un currículo escolar que eduque sobre el cambio climático.

“Que nos garanticen que el depósito de las cenizas, creadas por la quema de carbón, no afecte a comunidades… Pedimos un estado de emergencia a nivel de isla porque nos afecta a todos y pedimos que cuando se escriba legislación, se tenga en mente las comunidades ignoradas, las que son realmente afectadas por todas las crisis. Pedimos legislación comprensiva, pedimos que nuestras voces se escuchen y pedimos que nos den el espacio para hacer un cambio en conjunto a ellos”, reclamó López.

Inmediatamente que finalizaron, los muchachos comenzaron con consignas y repetían: “Boricua despierta, la tierra se calienta”, “Izquierda, derecha, la tierra ha dado fecha”, “Escuchen, escuchen, escuchen al ambiente; no escuchen al gobierno, que es el que nos miente”, “Energía renovable es un logro alcanzable” y la clásica “Lucha sí, entrega no”. El suceso captaba mucho la atención de cualquier adulto presente.

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La manifestación contó con la participación de estudiantes de diversas universidades de la Isla. (Axel Santiago / Especial para Un Solo Latir).

La protesta estaba muy bien organizada. Había un mesa de registro, otra para los medios de comunicación, espacio para creación de carteles, un área de descanso y atención médica.

Además, todo fluía en armonía y se notaba madurez entre la juventud. Era irónico ver una protesta pasiva ante un problema violento y catastrófico. Sobre todo, ver paz en las personas que serían las más afectadas por él.

Los manifestantes regresaron a los bordes de la carretera y, cada vez que pasaba un carro que tocaba bocina, la multitud se transformaba en bulla, gritos y algarabía.

Los niños de la Plaza San Juan Bautista, aunque estaban bajo el sol del mediodía, estaban más efusivos que en la mañana. Ahora, con carácter y fruncidos, gritaban: “Esta lucha sigue, cueste lo que cueste”.

Escapando del rubio bajo una sombrilla, estaba Nilda Morales, mamá de dos niñas y un niño, todos de 2 años, que quizo llevarlos y estar en la protesta por el futuro de sus hijos.

El alboroto cesó por un momento, pues el gentío fue convocado al centro de la Plaza de la Democracia para observar una presentación artística.

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Uno de los objetivos del grupo de organizadores era promover la cultura a través de música y presentaciones artísticas. (Axel Santiago / Especial para Un Solo Latir).

Entre las piernas de la muchedumbre se asomaba un carrito de cuatro ruedas color azul turquesa y se escuchaba una voz que gritaba: “¡Basura! ¡Reciclaje!”. Era María Gabriela, que al igual que dijo presente en las manifestaciones que exigían la renuncia del exgobernador Ricardo Rosselló, decidió continuar con su iniciativa por el ambiente.

Más adelante, cuatro personas se expresaron hacia los manifestantes. Vestido casualmente, el representante por acumulación, Manuel Natal Albelo, declaró que “en esta lucha se nos va la vida”, pues los legisladores actuales “no van a vivir en carne propia sus consecuencias”.

Asimismo, una mujer con camisa violeta y un pañuelo verde se expresó. Con mucha energía, la portavoz del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), Rosa M. Seguí Cordero, motivó a los jóvenes a que continuaran con la lucha.

De la misma manera, con un sombrero negro y su cabello amarrado el senador independiente, José Vargas Vidot, recalcó la importancia de hacer más que manifestarse, pues las personas que están dentro del Capitolio “se adaptan rápido”.

Con una declaración importante, Carol Ramos, estudiante de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico, reveló que el mal proyecto de los suelos del archipiélago contribuye al cambio climático.

Entonces, cuando terminaron los discursos, una plena ambiental comenzó a sonar y dos estudiantes con uniformes, que parecía que acababan de salir de la escuela, aplaudían y bailaban.

Las personas, poco a poco, comenzaron a desaparecerse. Unos niños antes de irse saludaron de lejos a los policías que estaban bajo la sombra, recostados de las columnas de mármol y que los saludaban para atrás.

Algunos adolescentes, que estuvieron gran parte del día bajo una carpa para crear sus pancartas las comenzaron a pegar en las vallas amarillas frente a las escalinatas del edificio.

Antes de que se vaciara el lugar, dejaron su creatividad combativa, con la esperanza de que alguien con el poder de ayudarlos las viera.

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